Intolerancias alimentarias y diarrea funcional
La intolerancia alimentaria es una alteración no mediada inmunológicamente, desencadenada por la ingesta de determinados alimentos dando lugar a síntomas digestivos como distensión abdominal y diarrea, principalmente. Su prevalencia, no determinada con exactitud, se estima entre el 15-20% de la población. Los mecanismos fisiopatogénicos son variados y, en algunos casos, desconocidos. Algunas intolerancias son debidas a efectos farmacológicos de componentes de los alimentos (salicilatos, glutamatos, aminas, etc.), déficits enzimáticos que impiden o dificultan su absorción (lactosa y fructosa) o por mecanismos desconocidos como los desencadenados por los alimentos FODMAPs o el gluten en la sensibilidad al gluten no celíaca. Las dietas de exclusión son el patrón oro para el diagnóstico de esta patología, aunque disponemos de tests fiables para detectar malabsorción de lactosa y fructosa. Existen métodos disponibles en el mercado con ausencia de validez científica, que dan lugar a dietas muy restrictivas que pueden poner en riesgo la salud de los pacientes. El tratamiento de la intolerancia alimentaria consiste simplemente en la retirada completa o parcial del alimento responsable de los síntomas. La diarrea funcional se ha definido según los criterios Roma IV publicados en 2016 como un trastorno funcional intestinal caracterizado por episodios recurrentes de deposiciones blandas o líquidas que no reúnen criterios de síndrome de intestino irritable aunque el dolor abdominal o la distensión pueden estar presentes, pero no como síntomas predominantes. La prevalencia oscila entre 1,5-17% según los diferentes estudios y el tratamiento es similar al utilizado en el síndrome de intestino irritable con predominio diarrea