Paro Cardiorrespiratorio (PCR) y Reanimación Cardiopulmonar (RCP) en un nuevo escenario: COVID19 Rev Chil Anest 2020
Nuestro país y el mundo lleva poco más de tres meses enfrentando una pandemia causada por un nuevo virus, el llamado SARS-CoV-2, cuya propagación se inició en Wuhan, China. Este virus ha atravesado todas las fronteras geográficas, así como las de aquellas áreas que componen el bienestar del ser humano. Nos hemos visto enfrentados a desafíos sociales, económicos, epidemiológicos, organizacionales, biológicos y clínicos. La enfermedad causada por este virus, llamada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) COVID-19, se caracteriza fundamentalmente por presentarse como un cuadro clínico parecido a la influenza en la gran mayoría de los casos, sin embargo, existe un porcentaje de ellos que cursa de manera grave, requiriendo cuidados críticos. Tiene, además, la particularidad de ser altamente transmisible entre las personas a través del contacto directo, generación de gotitas y aerosoles principalmente, lo cual ha llevado a un aumento exponencial del número de contagiados en el mundo, poniendo en jaque la capacidad de contar con el recurso necesario suficiente para la protección personal y de la comunidad. Surge naturalmente la interrogante: ¿Qué hacemos si un paciente COVID-19 + o sospechoso presenta un paro cardiorrespiratorio (PCR) y hay que iniciar maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP)? ¿Debemos reanimarlo considerando su pronóstico y la escasez de recursos? ¿Qué probabilidades tengo de contagiarme si participo de las maniobras? ¿Es “costo/efectivo” arriesgarme al contagio? ¿Debo realizar la RCP de acuerdo a los estándares International Liaison Committee On Reanimation (ILCOR) hasta aquí conocidos o debo considerar modificaciones en el algoritmo? ¿Qué consideraciones debo tener si el PCR se presenta mientras el paciente está en prono? Esta revisión busca responder en parte algunas de estas inquietudes, basándose en la literatura y recomendaciones que hasta ahora se han comunicado. Ciertamente, esta es escasa y está sujeta a sufrir progresivos y permanentes cambios, al menos por un tiempo, mientras logramos consolidar el conocimiento del comportamiento clínico global del COVID-19.