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🔍¿GLIM o PG-SGA? Precisión diagnóstica en desnutrición clínica

🔍 ¿GLIM o PG-SGA? Precisión diagnóstica en desnutrición clínica

🌱 Introducción
La desnutrición en pacientes hospitalizados sigue siendo un reto clínico global, con implicancias directas en la recuperación, estancia hospitalaria y mortalidad. En este escenario, contar con herramientas diagnósticas confiables no es solo deseable, sino esencial. Dos metodologías ampliamente utilizadas son los criterios de GLIM (Global Leadership Initiative on Malnutrition) y la escala PG-SGA (Patient-Generated Subjective Global Assessment), pero ¿cuál ofrece mayor concordancia diagnóstica en la práctica clínica actual?

Este artículo explora un estudio reciente que comparó ambos métodos en pacientes oncológicos hospitalizados, con resultados que invitan a una reflexión inmediata sobre su aplicabilidad en distintos entornos clínicos. Si usted se desempeña en nutrición clínica, medicina interna u oncología, esta comparación podría redefinir su enfoque diagnóstico.

🔎 1. Concordancia entre métodos: ¿qué dice la evidencia?
El estudio reveló una concordancia moderada entre los criterios de GLIM y PG-SGA para el diagnóstico de desnutrición, con un coeficiente kappa de 0,51 (IC 95%: 0,39–0,62). Este hallazgo sugiere que, aunque ambos métodos identifican casos de desnutrición, pueden no ser intercambiables. El GLIM tiende a ser más sensible en etapas iniciales, mientras que el PG-SGA es más integral en el contexto clínico oncológico, al incluir síntomas subjetivos relevantes.

Para el profesional de la salud, esto implica que la elección del método podría influir en la prevalencia detectada y, en consecuencia, en las decisiones terapéuticas.

🧠 2. Implicancias clínicas según el nivel de severidad
Ambos sistemas muestran diferencias en la clasificación de la severidad de la desnutrición. Mientras PG-SGA clasificó al 84% de los pacientes con desnutrición severa, GLIM lo hizo solo en un 53%. Esta discrepancia puede generar confusión en entornos clínicos donde se requieren decisiones rápidas para implementar nutrición enteral o parenteral.

La PG-SGA, al incluir un componente subjetivo y clínico más detallado, podría sobrestimar la severidad, pero también asegura que no se subestimen casos críticos.

📈 3. Valor predictivo en resultados clínicos adversos
Un hallazgo clave fue que la desnutrición según GLIM se asoció de forma significativa con mayor mortalidad hospitalaria (p = 0,03), mientras que PG-SGA no mostró la misma capacidad predictiva. Esto sugiere que el GLIM podría tener mayor utilidad como herramienta de estratificación de riesgo, permitiendo anticipar desenlaces adversos.

Esta diferencia es crítica si usted trabaja en unidades de cuidados intensivos o geriatría, donde la predicción de riesgo es tan importante como la intervención.

📊 4. Uso combinado: ¿el mejor de ambos mundos?
Una estrategia emergente sugerida por los autores es el uso complementario de ambos instrumentos. Utilizar PG-SGA como tamizaje inicial y confirmar con GLIM podría optimizar la precisión diagnóstica, equilibrando sensibilidad y especificidad. Esta aproximación dual también permitiría un monitoreo más dinámico en pacientes crónicos, ajustando intervenciones nutricionales de forma más eficiente.

En contextos como oncología ambulatoria o medicina interna, esta estrategia puede integrarse en protocolos de tamizaje nutricional estandarizado.

🧭 5. ¿Qué metodología adoptar en su práctica profesional?
La decisión no es trivial. Mientras GLIM ofrece mayor estandarización internacional, PG-SGA cuenta con validación específica en poblaciones oncológicas. Si su centro prioriza consistencia diagnóstica para reportes internacionales, GLIM puede ser la mejor elección. Si, en cambio, trabaja en escenarios donde los síntomas subjetivos y la funcionalidad del paciente son claves, PG-SGA sigue siendo altamente útil.

Lo fundamental es reconocer las fortalezas y limitaciones de cada método para tomar decisiones informadas y contextualizadas.

🧩 Conclusión
La concordancia moderada entre PG-SGA y GLIM no debe interpretarse como un problema, sino como una oportunidad para afinar el diagnóstico de desnutrición clínica. Los profesionales de la salud deben considerar el contexto clínico, la población atendida y los recursos disponibles al decidir qué herramienta utilizar.

Adoptar una postura crítica y basada en evidencia permitirá no solo detectar más casos, sino también intervenir de manera más efectiva. ¿Está usted preparado para actualizar su protocolo de evaluación nutricional?

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