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«La Soledad en la Vejez: El Impacto Silencioso del Aislamiento en la Salud Mental y Cognitiva»

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"La Soledad en la Vejez: El Impacto Silencioso del Aislamiento en la Salud Mental y Cognitiva"

El impacto del aislamiento social en la depresión, la ansiedad y el deterioro cognitivo en los ancianos es un tema de creciente interés en la literatura médica. Varios estudios han investigado estas asociaciones, especialmente en el contexto de la pandemia de COVID-19, que exacerbó las condiciones de aislamiento social.
El aislamiento social y la soledad se han asociado con un deterioro cognitivo y problemas de salud mental en los adultos mayores. Un estudio sistemático y meta-análisis encontró que el aislamiento social durante la pandemia de COVID-19 se asoció con un empeoramiento de la función cognitiva y la salud mental en los ancianos, especialmente en aquellos con demencia.[1] Otro estudio destacó que el aislamiento social y la falta de actividades de ocio se correlacionan con un peor funcionamiento cognitivo y un aumento de los síntomas depresivos en adultos mayores.[2]
Además, el aislamiento social se ha vinculado con un aumento en la prevalencia de depresión y ansiedad. Un estudio realizado en China mostró que los adultos mayores socialmente aislados tenían un mayor riesgo de experimentar depresión y ansiedad, con un porcentaje atribuible significativo de estos problemas emocionales relacionado con el aislamiento social.[3] Este hallazgo es consistente con otro estudio que encontró que el aislamiento social y la soledad están asociados con una mayor probabilidad de desarrollar trastornos depresivos mayores y trastornos de ansiedad generalizada.[4]
En cuanto al deterioro cognitivo, la literatura sugiere que el aislamiento social puede estar asociado con una disminución de la función cognitiva, aunque la relación puede ser bidireccional y mediada por la depresión.[5] Sin embargo, algunos estudios no encontraron una mejora significativa en la función cognitiva o psicológica con intervenciones de interacción social remota, lo que sugiere que se necesitan más investigaciones para evaluar la efectividad de estas intervenciones.[6]
En resumen, el aislamiento social en los ancianos está asociado con un aumento de la depresión, la ansiedad y el deterioro cognitivo. Estos hallazgos subrayan la importancia de desarrollar estrategias de salud pública para mitigar el aislamiento social y promover la salud mental y cognitiva en esta población vulnerable.

 

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